El Tato
El diestro Antonio Sánchez, “El
Tato”, perdió una pierna a causa de una cornada, pero aun así, siguió toreando,
aunque obviamente con una enorme prudencia hacia los toros. En cierta ocasión,
se protegía tras un callejón que el astado miraba fijamente con intención
evidente de embestir y la gente comenzó a gritar:
-
¡El cojo! ¡Que el toro va a coger al cojo!
El Tato se giró hacia el tendido y replicó
indignado:
-
Dejad al toro tranquilo, que escoja a quien
quiera. ¡No comerle el coco!
Lo mismo respondo yo cuando
alguien me pregunta sobre lo que va a hacer el mercado. El mercado hará lo que
quiera y no tenemos que intentar adivinar sus intenciones, sino ver cómo
podemos torearlo cuando se acerca y si viene por el pitón derecho o con el
izquierdo.
Aprovecho que El Economista me
pide para un artículo que conteste a tres preguntas, para desarrollar la carta
de hoy e intentar reflejar cuál es nuestra filosofía y cómo creemos que los
mercados actúan. La primera pregunta es si impedirá la guerra comercial que la
bolsa termine el año con rentabilidades positivas. La respuesta es fácil: No
tengo ni idea. Pero si intentamos razonar pregunta y respuesta, podemos
clarificar cómo funciona el ser humano periodista y cómo funciona el ser humano
trader. Lo primero es que se quiere conseguir una respuesta binaria de
ordenador. Sí o no, cuando es un hecho del que podemos opinar, pero sería como
hacer la alineación de la selección española de fútbol, cada uno tendríamos una
respuesta distinta. Segundo, reducimos los movimientos de la bolsa a un único
tema. La guerra comercial es el actual. Ya hemos olvidado la subida de tipos de
los Bancos Centrales, la reducción de balances, la situación del euro y la
configuración del gobierno italiano. Todo gira en un riesgo dentro-riesgo fuera
en función del twitter de Donald Trump durante el desayuno y si escribe un, dos
o tres Fuck you. Lo que sí puedo adivinar es que lo que mueva a las bolsas
dentro de tres meses será un tema totalmente distinto al actual, y que alguien
lo habrá comentado hace un mes y nadie lo habrá tenido en cuenta, pero que se
convertirá en el asunto de cabecera de los periódicos salmones como si el mundo
dependiera exclusivamente de ello. El mundo parece extraordinariamente agitado
en un momento dado, pero luego termina por acostumbrarse y por “necesitar”
nuevas fuentes de turbación para incitarnos al movimiento. Recomiendo
encarecidamente que os leáis el libro de Chaves Nogales, La agonía de Francia, cómo refleja la adaptación de los franceses a
la declaración de guerra con Alemania en la IIGM, y cómo se puede llevar a los
mercados financieros. El ser humano, y su extensión el ser humano trader,
termina acostumbrándose a todo.
La segunda pregunta es si vamos a
ver un deterioro o un crecimiento en las estimaciones de beneficio en el
segundo semestre. Cómo ya sabéis no miro los resultados individualizados de las
empresas, y además éstos me importan poco para la toma de decisiones. Si
miramos el último movimiento alcista de estos años y lo pudiéramos desglosar,
podríamos ver que más del 75% del movimiento se ha producido por expansión de
múltiplos (el inversor está dispuesto a recuperar su inversión más tarde) y
sólo un cuarto del movimiento ha sido porque las empresas hayan aumentado sus
beneficios. Digamos que es más importante cómo reacciona la comunidad inversora
que lo que haga la empresa. Dicho esto, y por concretar números a nivel macro y
general, estamos en un momento en el que los márgenes empresariales están en
máximos históricos. Ha sido más importante la reducción de gastos que los
incrementos de ventas. Por el lado de los gastos, dos factores han sido clave.
La contención salarial y la importante disminución de costes financieros por
las políticas monetarias expansivas. Son dos factores que “deberían”
revolverse. Si miramos el caso americano, cuyo ciclo está más adelantado, se
encuentran en pleno empleo con el desempleo en el 3.5%, y teóricamente
deberíamos experimentar ciertas tensiones por subir salarios (aunque todavía no
se han reflejado). La subida de tipos de interés debería suponer también cierto
freno a los beneficios empresariales.
La tercera pregunta: ¿si las
bolsas vuelven a mínimos anuales lo considera zona de compra? Aquí la respuesta
es ya veremos. A principios de año defendimos que las bolsas raramente rompen
los niveles de soporte a la primera, y vimos como el mercado americano reaccionaba
cuando se tocaba la media de 200 sesiones en el mes de febrero y luego lo
volvía a hacer en el mes de marzo. Ahora nos estamos volviendo a acercar, y
puede ser distinto, pero tenemos que esperar para verlo. La estrategia de mayor
éxito en los últimos diez años ha sido comprar cada vez que había turbulencias,
porque siempre se recuperaba el mercado y además de una forma rápida, con lo
cual no había sensación de dolor. Los grandes beneficiados han sido los fondos
de gestión pasiva que es donde ha ido el dinero. Lo que no tenemos es historia
de cómo van a reaccionar este tipo de fondos cuando el mercado gira.
Obviamente, estos fondos ya existían en 2008, pero no tenían la cuota de
mercado que tienen ahora. Hay que recordar también que nadie toca una campana
anunciando el fin del mercado alcista y anunciando por los altavoces “el
mercado alcista ha cerrado, rogamos a nuestros clientes abandonen de forma
ordenada nuestras instalaciones”. Nunca es de esperar que un mercado alcista
acabe de una forma racional, y además no necesariamente porque el mundo cambie,
sino simplemente porque cambien los prejuicios de todos aquellos jugadores que
operan en el mismo. Nosotros como gestores lo que tenemos que tener es
elaborado un plan A y un plan B, y seguir luego al mercado. Ver si los
indicadores ayudan a aguantar el soporte o si por el contrario alguien ha
abierto una puerta en las murallas de Constantinopla y se van a colar los
turcos. Los traders debemos adaptarnos y usar el instinto de supervivencia para
salir adelante, e intentar mantener el viento en nuestra espalda sople de
Levante o sople de Poniente. Nuestra opinión no es tan importante como nuestra
capacidad de mutar a favor del movimiento. Hay que intentar evitar
conceptualizar a los mercados en términos antropomórficos. Los mercados no
piensan. Como las multitudes no piensan. Cuando miras los precios en un chart,
tienes que tener en cuenta también como están posicionados los inversores y la
psicología del mercado. No tenemos que olvidar que en tiempos de stress es más
importante la posición que el valor del activo. Éste pasa a ser irrelevante.
Cuando el mercado cae, suele caer todo más allá de las bondades que veamos en
una acción que tengamos en cartera. Los mercados no son realidades, todo son
opiniones y posiciones de la gente, y todo puede estar a cualquier precio
durante mucho tiempo. Tenemos que ver si nosotros tenemos esa paciencia para
tenerla o si nuestros clientes no la tienen. Las dos cosas afectan y son
ingredientes de la fórmula. Si creemos tener razón, pero nuestros clientes no
lo comparten podemos vernos obligados a cerrar posiciones en el peor momento.
Si yo tengo un stop del 10% y el cliente del 5%, lo único claro es que el que
será comida para los buitres será el gestor…
Ahondando en esto último hay que
tener cuidado con los movimientos que se autoalimentan. Para mí un factor clave
en la inversión (es mi opinión, y conozco a profesionales perfectamente capaces
que me contradicen) es el de la liquidez. Siempre doy más valor a la
posibilidad de poder escapar de una mala decisión de inversión, que la
posibilidad de encontrar el paraíso perdido en una acción. Otros gestores por
el contrario piensan, que es en ese tipo de valores poco seguidos por la
multitud, donde está el dinero a ganar. Como decía el principio ignaciano,
“cada cual vea”.
Buena semana,
Julio López Díaz, 28 de junio de 2018