
Arzobispo de Canterbury
Se cuenta que, con ocasión de una visita oficial que
iba a realizar el arzobispo de Canterbury a Nueva York, le avisaron de que
tuviera cuidado con los periodistas estadounidenses. El arzobispo pensó que no
serían para tanto, pero, nada más bajar del barco, le rodearon y uno de ellos
le preguntó:
- ¿Qué piensa vuestra eminencia de los prostíbulos de los barrios del este de
Manhattan?
- ¿Hay prostíbulos en los barrios del este de Manhattan? - repuso el prelado,
perplejo, que sólo acertó a responder con esa pregunta.
Al día siguiente, algún periódico de Nueva York tituló: Primera pregunta del
arzobispo de Canterbury al llegar a Nueva York: “¿Hay prostíbulos en los
barrios del este de Manhattan?”
Primera semana un poco divertida en mucho tiempo. Y mirando las noticias que
van surgiendo en los teletipos, hay mucho más trabajo para los filósofos de lo
que los sucesivos ministros de Educación suponen.
Una de las cosas más curiosas con las que lidiar en los mercados, es cuando el
movimiento de las cotizaciones parece depender exclusivamente de que una
determinada noticia fluya hacia un lado o hacia otro, distrayendo al personal
de todo lo demás. Me explico. Ya saben lo que pienso de las valoraciones de las
acciones en el momento actual. Yo pienso que están extraordinariamente
sobrevaloradas y deberían corregir, pero si por medio surge un tema como el
impeachment de Trump, y el mercado asocia las caídas simplemente a esa noticia,
el juego se desplaza a ver las nuevas que se van conociendo sobre dicho caso, y
nos alejamos del meollo de la cuestión, subiendo el mercado si se aleja la
posibilidad de juicio (aunque ayer algún analista comentaba que el efecto de la
posible dimisión de Trump sería una subida de 1000 puntos del Dow Jones) o
bajando si la cosa se pone tórrida.
La semana pasada, después de mi carta, me invitó a comer un amigo: “¡Hay que
ver lo que te gusta flagelarte!, todo el día hablando de los errores que
cometes, con lo fácil que es silbar y hacerte el despistado, o cuando te digan
algo, decir que te habían entendido mal, y que una cosa es la táctica y otra la
estrategia, o como hacía un espabilado en Orense, mandar a la mitad de tus
posibles inversores una carta diciendo que el mercado va a subir, y a la otra
mitad que va a bajar, e insistir luego en los que aciertas. Como el ginecólogo
que acertaba siempre con el sexo de los niños, diciendo verbalmente una cosa y
luego apuntando la contraria por escrito. Pero bueno, la invitación a comer es
para pasarte un poco la mano por el hombro y decirte que no seas tan cenizo”.
Yo no sabía por dónde me venía, y como es cliente de mi fondo, estaba esperando
a que me cuadrase y entrar a matar al volapié. “¿Te acuerdas cuando hace cinco
años me recomendaste enconadamente que me metiera en eso del bitcoin? Pues te
hice caso, y metí sin decirte nada 6.000 euritos. Hoy esos 6.000 euritos se han
convertido en 65.000, y por eso hoy me toca invitar a comer”. Obviamente, hice
un rápido cálculo de lo que representaba la factura de la comida sobre la
plusvalía y pensé que no se estiraba mucho, pero no le dije nada (hasta hoy
cuando lo leas, cabroncete). En fin, para resumir, cuando empezamos en estas
cartas a recomendar bitcoin (tengo que decir que el instigador de la inversión
fue mi socio Dani) el bitcoin estaba a 160 dólares, y hoy está cotizando a
1.870 dólares. Lo fácil sería ejecutar las ganancias y a otra cosa butterfly.
Lo recomendable, por el contrario, es seguir incrementando la posición cada vez
que hay un sustillo, porque algún manipulador monetario, de esos que van con la
impresora de papeles portátil, dude de las virtudes de la criptomoneda. En mi
opinión, es de las pocas formas que tiene el común de los mortales de
defenderse del latrocinio general que supone el envilecimiento de la moneda. El
bitcoin, al ser de oferta limitada, ya tiene un valor en este mundo de
nigromantes que crean billetes del aire. En Japón, la criptomoneda ya se admite
en más de 250.000 tiendas, e incluso algún gobierno raro como el australiano,
lo está apoyando. Cuando llegue a 10.000 dólares (espero) daremos la siguiente
recomendación.
Mientras, en el Matrix de las pantallas, hemos tenido el primer susto en lo que
va de año. Y lo gracioso del tema, es que por una leve caída de las bolsas el
miércoles, las cadenas televisivas americanas abrían sus comunicados como si
fuera el fin del mundo. Todo esto podría tener cierto seguimiento, si el
martes no hubiéramos hecho nuevos máximos históricos en muchos índices
bursátiles. Lo realmente esperpéntico es que hoy, esos mismos noticieros hablaban
de “caza de gangas para la sesión de hoy”. ¡Qué mundo! Sólo habría que ponerles
un gráfico de las cotizaciones de los últimos cinco años, para que vieran lo
que representa la caída de ayer, apenas un grano de arena.
Por el contrario, un inversor español que estuviera invertido en acciones
brasileñas que se hubiera acostado un poco tarde ayer, al levantarse para el
aperitivo (a pagar con plusvalías bursátiles), se hubiera encontrado con una
pérdida del 20% entre el precio de cierre de ayer y el precio de apertura de
hoy, por el doble efecto bolsa y divisa. ¡Nada por aquí, nada por acá, un
movimiento de manos, y del conejo que tenías en la chistera sólo quedan las
cagarrutas! Este es el mundo de realidad virtual que estamos creando.
Maravilloso cuando sube, pero terrorífico cuando baja. Y luego para los
olvidadizos. Acuérdense del rally en Brasil cuando Temer, presidente del
Gobierno brasileño, y último agraciado con el eurobote de la corrupción de esta
semana, y que inició la lapidación y presentó un impeachment (que palabra más
bonita, huele a melocotón) a Dilma Rousseff, iba a convertirse en el nuevo
Mesías e iba a salvar el país y encaminarlo hacia el Dorado. Nada nuevo bajo el
sol. Menos mal que nos queda Macron…
Por seguir con los teletipos y los mensajes de inversores… Tras un día de caída
de las bolsas (uno, no dos, uno) ya había hoy voces diciendo que con estas
caídas, cómo iba la FED a subir tipos o disminuir su balance, que debería
pensárselo mucho antes de acometer tamaña irresponsabilidad. Menos mal que uno,
con los años y la ayuda del yoga, se toma esto ya con tranquilidad, pero volver
a llamar a Mamá Banco Central cada vez que viene el coco de las caídas (yo lo
llamo racionalizar el precio de los activos y llevarlos a precios sensatos) me
parece de un infantilismo atroz. Y justo cuando se ha presentado esta semana,
para su aprobación por la SEC (la CNMV americana), el primer ETF cuatro veces
apalancado.
Pero bueno, ya le sacaron por fin los colores a Draghi la semana pasada en el
Parlamento holandés, justo después de “atribuirse” sin ninguna pizca de
sonrojo, los empleos creados en Europa, gracias a sus intervenciones
monetarias. El mago italiano esperaba que a su llegada todo fueran abrazos,
confeti y agradecimientos, pero la realidad fue muy distinta. Le reprocharon
que se hubiera saltado sus atribuciones y le cuestionaron que, con todo el
morro del mundo, siguiera diciendo que no estaba financiando a los Estados. Le
preguntaron cómo podía mantener esa calma después de haber creado dos billones
y medio de euros del aire, y para despedirle le regalaron unos cuantos
tulipanes para recordarle burbujas pasadas. ¡Para que luego digan que los
holandeses no tienen sentido del humor!
Y continuando con los que siguen poniéndose las medallas, muy recomendable la
carta de esta semana de Luis Arenzana. Con ironía, y después de algún golpe de
pecho de algún miembro del gobierno español, reduce la realidad del crecimiento
de España a tres variables: las compras de activos del BCE, la caída del precio
del petróleo y al ISIS. Las tres variables claramente dependientes del buen
hacer del Ministerio de Economía…
En fin, muchas gracias por las llamadas y apoyos. Siempre es bueno encontrar a
alguien que te ame como Cristiano Ronaldo ama a Cristiano Ronaldo.
Buena semana,
Julio López Díaz, 19
de mayo de 2017