Episodio 1 post elecciones
El cantante y compositor Charles Aznavour tiene una peculiar opinión sobre el eterno conflicto entre hombres y mujeres. “En la guerra de los sexos nunca habrá vencedor ni vencido, porque ninguno de los sexos quiere ganar la guerra; lo único que quieren es guerrear”.
Una semana después de las elecciones americanas, las tertulias y los medios de comunicación europeos siguen discutiendo si lo que ven son galgos o podencos. El varapalo por el homo pensamientus unicus europeus sigue siendo de primeros combates de Mike Tyson, no sabe por donde le vienen los golpes, y deambula por el ring agarrado a las doce cuerdas pensando que a él no le puede estar pasando esto. Los resultados han sido claros, y no porque hayan subido de forma escandalosa los votantes de Trump, sino porque muchos votantes demócratas de elecciones anteriores se han quedado asando mazorcas de maíz en casa. Y si miramos la velocidad y personalidad de los primeros nombramientos, no parece que, de los temas capitales de su campaña, se vaya a olvidar de nada, ni andarse con medias tintas. A ver si el del pelo oxigenado va encima y cumple el programa electoral, con lo fácil que es decir, voy a hacer 140.000 viviendas y que luego no se cumpla nada. ¡Habrase visto el apolítico éste! ¡que nos deje a los profesionales!
Los grandes perdedores de las elecciones han sido los medios de comunicación. En los años 80 del siglo pasado, el 75% de los americanos confiaba plenamente en los medios de comunicación a la hora de formar sus opiniones. Una encuesta de este año implica que dos de cada tres ciudadanos no confían en esos medios. Cuando hablo con amigos que viven en Estados Unidos, que hasta hoy no habían votado a Trump, me inciden particularmente en esto. Se han sentido manipulados y han estallado. Y no porque desde el lado republicano no se hicieran también barrabasadas inauditas, como la de los haitianos comedores de mascotas.
¿Y qué podemos esperar ahora, desde el punto de vista de la macroeconomía y los mercados financieros? De estos segundos, la respuesta ha sido brutal, y básicamente se manifiesta en compra todo lo que huela a Estados Unidos y vende todo lo demás. La bolsa europea frente a la americana está haciendo un nuevo mínimo histórico y no parece que exista nada que pueda frenarlo. Nuestro amado bitcoin se ha disparado y ya supera los 90.000 dólares y el dólar ha hecho un nuevo máximo anual. Lo único que ha sufrido un poco han sido los bonos americanos, que eso es ya otro cantar, con el escaso afán de control del déficit público por parte de ambos partidos. Si vemos el resto del mundo, no parece estar en una mejor forma. Si nos fijamos en los países emergentes, vemos cifras realmente curiosas. Si miramos sus bolsas en términos reales, ajustadas por tipo de cambio, vemos como la bolsa de Indonesia está a un 42% de sus máximos conseguidos hace 14 años, la bolsa mejicana a un 28% de los máximos de hace 17 años, la brasileña a un 40% de sus máximos de hace 17 años y la china a un 46% de los máximos alcanzados en el 2007. Estados Unidos takes it all.
La verdad es que algo ha cambiado en Europa desde las elecciones primaverales en Francia. El sentimiento es bastante pesimista y la sensación de que cabalgamos a lomos de un paquidermo sobrante de grasas no ayuda mucho al inversor internacional a fijarse en Europa. El primer tema recurrente que se nos viene a la cabeza a todos es el exceso de regulación. La máxima de Estados Unidos inventa, China copia y Europa regula tiene una vigencia ineludible. A esto se le puede añadir un verbo más, tasar. Cualquier solución a cualquier tema parece que se arregla con poner más impuestos, ya sea para el tema medioambiental, el de salud o de beneficios “extraordinarios” de algún sector concreto. Da la sensación de que el ejército de burócratas que nos gobierna concentra todos sus esfuerzos en soplar contra todo aquello que intenta avanzar. Trump, en una semana, ha nombrado secretarios de Estado. En Europa todavía no hemos nombrado los comisarios, a pesar de que hayan pasado ya seis meses desde las elecciones al Parlamento Europeo. Si miramos las cifras de creación de nuevos puestos de trabajo, vemos que los empleos públicos lideran todas las estadísticas respecto a los privados. La idea de que, para implantar una nueva regulación, tendríamos que lograr que se eliminaran dos, no parece una mala idea para estimular la creación de nuevas empresas, totalmente desarboladas por burocracias que son auténticos frenos para su negocio. Mi hija, que se ha ido a Australia un año (espero que solo un año), me planteó una cuestión compleja. ¿Qué estamos haciendo mal en España para que tenga un salario cuatro veces más alto en Australia y una agilidad para trabajar que no se vislumbra allí? ¿La única salida para nuestros jóvenes es la emigración?
El peso geopolítico europeo no deja de depreciarse continuamente, y revela la profunda división existente entre todos los países. El tradicional liderazgo Alemania-Francia está desarticulado. En el primer caso, no hacen más que tomar malas decisiones desde hace una década. Después de suprimir su industria nuclear tras el terremoto de Fukushima, entregó toda su industria a la dependencia del gas ruso, que era una forma barata de mantener sus costes bajos. Rusia también era uno de sus principales socios comerciales. La guerra de Ucrania la ha dejado presa de sus propias contradicciones, y la han tomado por el pito del sereno con la destrucción del gasoducto de Nordstream 2 por parte de americanos y noruegos, haciéndola dependiente (qué sorpresa) de un gas licuado americano que estaba en quiebra antes de la guerra. Afrontarán nuevas elecciones en ese loco calendario electoral europeo, con elecciones encadenadas, que nos hace estar siempre paralizados por tacticismos partidistas, demorando siempre las necesarias reformas estructurales.
La mala salud china también supone un importante hándicap. Solo hay que ver que los sectores más dependientes de las compras chinas (automóviles y lujo) son donde más se concentran las ventas. Llegar a entendimientos con el gigante asiático de forma independiente parece ser clave en el nuevo escenario mundial. Estamos viendo que volveremos a caer en el sindiós del proteccionismo a nivel mundial que llevó a la crisis de los años 30 del siglo pasado y su posterior desembocadura en la II Guerra Mundial, y debemos romper con esa guerra de aranceles que intenta imponer Trump y que afecta sobremanera a una economía abierta como la europea. Europa debe jugar su propio partido y buscar su propio interés.
Recuerdo una anécdota. Las opiniones sobre el ministro de asuntos exteriores de Hitler, Ribbentrop eran casi unánimes. Goebbels lo definió con su mala leche habitual: “Es un hombre extraordinario, cuando era niño ya sabía tanto de relaciones exteriores como ahora”.
Buena semana
Julio López