Elecciones americanas
Tras perder la batalla de Stalingrado, Hitler temía que los rusos convirtieran al Mariscal rendido Paulus en agente de su propaganda. Propuso a la Cruz Roja canjearlo por un hijo de Stalin, Yakov Dzhugashvili, prisionero de los alemanes. Stalin rechaza la idea: “No cambio mariscales por soldados”. Yakov murió el 15 de abril de 1943 en el campo de prisioneros de Sachsenhausen donde estaba internado. Corrió hacia la alambrada que cercaba el campo a sabiendas de que los guardias disparaban contra todo el que pasaba de la raya que marcaba el límite.
Los mercados financieros afrontan las dos semanas más importantes de lo que queda del año, y los del partido demócrata americano se están preguntando si el intercambio de candidato presidencial dará sus frutos. Por otro lado, tenemos una semana clave en cuanto a presentación de resultados de las empresas americanas de tecnología más importantes.
Aunque las encuestas publicadas aventuran un empate técnico, la realidad es que los rumores internos hablan de una ventaja republicana en aumento, con un desinflamiento importante de la candidata demócrata, y es la apuesta que están haciendo los inversores. En nuestra opinión, y si miramos por el retrovisor a las dos últimas elecciones, podemos ver que las bolsas subieron tanto cuando ganó Trump en el 2016, como cuando ganó Biden en el 2020. Podemos especular mucho, pero la eliminación de la incertidumbre fuera cual fuera ayudó a las bolsas. Ya hemos escrito en cartas anteriores lo que dicen las estadísticas sobre los años electorales presidenciales americanos y lo positivo que son los datos. La diferencia este año, es que todo el mundo parece haber visto las estadísticas y jugado ya. En otros años, en el trimestre anterior a las elecciones, los mercados experimentaban ciertos retrocesos que este año se han obviado, y recibiremos la noche electoral en máximos históricos en las bolsas americanas. De hecho, si vemos las volatilidades que se están negociando para lo que pase al día siguiente, vemos como apenas tenemos movimientos que superen el 2% de amplitud. Estamos en un momento de máxima confianza y complacencia de los jugadores, y los vemos poco preparados para sustos inesperados. Ha sido un año (hasta ahora) con unos rendimientos muy superiores a lo que esperaban los analistas principales de las grandes casas, y donde los inversores minoristas se han volcado a comprar acciones en sus carteras. El S&P 500 concretamente está 400 puntos por encima (5.800 puntos) de lo que esperaba la casa más optimista en diciembre de 2023, y más de 1.000 puntos por encima de la media de las estimaciones. Por no fijarnos en los 4.200 puntos que esperaba JP Morgan o los 4.500 puntos de Morgan Stanley. Eso sí, ahora no tendrán ningún reparo en justificar los precios actuales o el consabido 10% de incremento para el año que viene. Y lo sorprendente, es que lo ha hecho sin que el principal tema conductor (la bajada de tipos de interés) se haya concretado en toda su extensión, y que los bonos a más largo plazo se hayan despeñado en el último mes. La poca sensibilidad de las acciones a las subidas de estos tipos de interés me sigue llamando la atención, por su carácter asimétrico. Cuando los tipos bajan es maravilloso, y cuando suben parece que también… Desde que bajó 50 puntos básicos la FED, el bono a 30 años ha subido 65 puntos básicos en TIR. Como ya comentamos, la FED sucumbió a las presiones políticas y los bajó sin que acompañaran un deterioro de la actividad económica ni una subida del desempleo. Tiene la misma credibilidad ya, que el Cholo Simeone. Lo que subyace es cierto hastío entre los inversores de que les devuelvan papelitos creados de la nada. El valor del dinero empieza a menospreciarse, y la gente huye a activos como el oro o el bitcoin con limitación de oferta y protectores contra la bacanal de gasto sin fin, protegiéndoles de la inflación.
Parece que el mercado se ha caído de un guindo al ver la insostenibilidad del crecimiento de la deuda pública americana. Ninguno de los dos partidos parece tener algún interés en corregir su crecimiento exponencial, y no hablan más que de bajar impuestos o de aumentar el gasto, pero la diferencia entre uno y otro les trae sin cuidado. Solo en el último mes, el endeudamiento ha crecido otro 1.1% (400.000 millones de dólares de nada). La deuda pública atribuida a cada americano es de 106.000 dólares, y por cada paganini de 271.000 dólares. Los pagos por intereses son el 4.6% del PIB, el doble que durante la IIGM para que nos hagamos una idea). La verdad es que yo ya me escandalizaba cuando era un 50% más baja, con lo cual seguramente no sea el observador más cualificado ni el augur más idóneo. Sí me llama la atención, cómo el peso de los extranjeros entre los tenedores de deuda americana no deja de descender, por lo que estimo que otros bancos centrales que solían tener gran parte de sus activos en deuda americana parece que tienen mis mismas dudas. Un factor clave detrás del buen comportamiento relativo de USA respecto al mundo en la última década ha sido cierta habilidad para permitirse un gran gasto público para estimular el PIB (una medición como crecimiento económico que no paro de vilipendiar). Esta capacidad viene sobre todo por el dólar, que les ha permitido un privilegio único de operar con una menor disciplina fiscal que otros países. Sin embargo, el cada vez mayor pago de partidas no productivas (empezando por el gasto en intereses) hace que este privilegio difícilmente pueda pervivir en el tiempo. Otra cosa es que mis ojos lo vean…
Por el lado de los resultados empresariales, el mercado anda muy atento al desglose de resultados de las empresas relacionadas con la inteligencia artificial. Está muy bien el invertir grandes cantidades de dinero en el “futuro” pero algunos empiezan a mirar también la tasa de retorno de esas inversiones (mira que preocuparse por esas fruslerías). No siempre un gran negocio es una buena inversión, y la diferencia suele estar en las valoraciones que pagas en esas inversiones. El desencanto puede llegar a muchos frentes. Las eléctricas son un sector adyacente que se ha beneficiado por la hipotética demanda infinita que van a representar los centros de datos. Si las empresas hablan de bajada de inversiones, este sector lo puede pasar mal por las valoraciones históricas que tienen ahora mismo.
En definitiva, que el comportamiento más seguido ahora mismo es comprar, cerrar los ojos y esperar que nada cambie ni descarrile.
En fin, que los americanos son muy listos y tienen la tecnología, pero nosotros tenemos bolsas de la compra con asas.
Buena semana,
Julio López Díaz, 29 de octubre de 2024