Área personal

Gas Mostaza

Julio López 20 Dic 2016

Aunque la historia de las armas químicas es antigua, fue en la Primera Guerra Mundial cuando alcanzaron el nivel de arma de destrucción masiva y se convirtieron en una categoría de armas en sí mismas. Se calcula que las armas químicas acabaron en la guerra de 1914 con más de treinta mil hombres, e hirieron, en algunos casos con gravísimas secuelas, a más de setecientos cincuenta mil. Una de sus versiones más conocidas y letales es el gas mostaza.

Empleado por primera vez en 1917 por los alemanes en la batalla de Ypres, el contacto con él provoca ampollas en la piel y heridas que acaban provocando la muerte por asfixia. Pero, como casi todo en la vida, la moneda tiene una cara y una cruz. Unos años después de la guerra, en 1930, se desarrolló una variante del gas mostaza denominada HN2. El gobierno de Estados Unidos había contratado a algunos investigadores en la Universidad de Yale para que ahondaran en los posibles efectos de estos gases letales y trabajaran en antídotos para ellos. Así vio la luz el HN2. Los investigadores Louis Goodman y Alfred Gilman descubrieron que el HN2 era un enemigo feroz para los leucocitos, es decir, los glóbulos blancos de la sangre, una de las células del cuerpo humano que más rápido se reproducen. Aquel descubrimiento les llevó a pensar que quizás esta variante del gas mostaza podría acabar también con otras células de rápida reproducción, las células cancerígenas. Probaron primero con ratones y más tarde con humanos, comprobando que el HN2 era capaz de entorpecer el crecimiento de los tumores. La primera droga efectiva contra el cáncer había nacido, y nada más y nada menos que a partir de uno de los gases más letales empleados en la guerra química hasta la fecha. 

Esta anécdota la leía el otro día, y en mi habitual paranoia de buscar semejanzas con los mercados financieros, la asemejé con el comportamiento de los mismos en el último mes. Al supuesto gas letal que era Donald Trump, los científicos locos que dirigen los mercados lo han transformado en la cura del cáncer de la economía. Todavía no han hecho las pruebas con ratones, pero los pacientes ya lo han comprado en todas las farmacias-bolsas de valores del planeta. Veremos su efectividad con el tiempo o si sólo ha sido un placebo.

Después de escribir la epístola semanal, en la que comentaba las predicciones que hacía el mercado sobre lo que podía pasar el año que viene, y en pleno ejercicio de mindfulness, me dio por hablar con mi súper-yo.

- ¿Pero Julio, tú, qué es lo que realmente piensas?

- Sabes que yo nunca hago predicciones. Las predicciones económicas sólo valen para dejar con un buen share a los programas de la Bruja Lola y Sandro Rey.

-Te mojas menos que los pies de la Kardashian cuando se ducha

- Es que es una forma de no equivocarse. Los mercados pueden hacer lo que quieran, ya has visto este año. Aunque pudieras acertar los acontecimientos que iban a suceder, la respuesta del mercado te hubiera llevado por delante.

-¿Pero si la persona a la que más quieres en este mundo, tu suegra, te preguntara encarecidamente dónde invertir sus ahorros, qué le dirías?

- ¡Qué pesado eres! Pues básicamente le diría que fuera partido a partido, y que se dejara de nuevas probaturas. No he cambiado mi visión del mundo. Yo creo que la clave es seguir preservando capital, y ser más táctico que estratégico.

-¿Después de lo que ha pasado este año, sigues con la misma cantinela? Lo más fácil es comprar Bolsa y cerrar los ojos. Eso de andar tan pendiente del riesgo parece una tomadura de pelo. Aquí nunca pasa nada de nada. Todos los bancos gastándose una pasta en controlar los riesgos, y al final es más barato subcontratárselo a Draghi.

Te vuelvo a repetir. No nos dejemos llevar por los movimientos del mercado. En el año 2007 pasó lo mismo. Saltó la liebre en agosto con los problemas de los bancos y los fondos de corto plazo, y en diciembre hicimos nuevos máximos en Bolsa. Recuerda a Michael Burry en The Big Short. Él, cuando veía lo que iba a pasar, ponía las posiciones dos años antes, porque consideraba que luego era demasiado tarde.

Pues hagamos un ejercicio gratuito y dime que le dirías a tu copa de gin-tónic en la intimidad. Dame alguna pista sobre algunos activos.

Yo veo la situación macro igual de complicada que este año. La euforia que se ha desatado, pienso que es poco duradera. Este sosiego es bastante irreal y motivado por un cierre de año en el que los más pesimistas han llegado totalmente agotados, y sin fuerzas para ponerse delante. Ha habido una capitulación bajista brutal.

A la escalada de estímulos monetarios, ha seguido la percepción de que el relevo lo va a tomar la política fiscal, pero todos estos esfuerzos cada vez producen efectos acumulativos menores. Lo hecho hasta ahora vía endeudamiento hace que cada vez se necesitan más unidades de deuda para producir una de crecimiento. Es siempre difícil ver el límite al movimiento, pero esto cada vez tiene más visos de acabar con un gran “reseteo”.

Un activo que se ha ido de madre ha sido el sector bancario. Ha subido un 50% desde septiembre con la cantinela de la posible subida de tipos, o al menos el empinamiento de la curva, pero la realidad es que después de todo, el diez años alemán está al 0.25% y el dos años ha hecho un nuevo tipo negativo histórico en el -0.80%. Ya me dirán ustedes cómo se va a ganar dinero ahí. Yo tengo mis dudas de que la gente vuelva a endeudarse, y de que la tendencia principal sigua siendo hacia el desapalancamiento. El quedarse corto de bancos  contra los índices me parece una buena apuesta para comenzar el año. Veremos todavía cómo se resuelve el problema de Monte di Paschi. Queda la incógnita de si se irá contra los acreedores o contra los contribuyentes.

Otro activo que se ha revalorizado a fin de año ha sido el petróleo. Yo soy de los que piensan que el último barril de petróleo que quede en el mundo se acercará más a cero que a infinito. Yo veo el precio por debajo de cuarenta otra vez el año que viene. A estos precios, muchos pozos de fracking vuelven a abrirse. Si a eso le unimos que la OPEP tiene un largo historial de incumplimientos y que el mercado descuenta un crecimiento del PIB mundial bastante optimista, las sorpresas a la baja en el precio son más probables que al revés.

Seguimos. Cuando los depósitos bancarios están en cero, se buscan alternativas de inversión, y una de las más clásicas son los activos inmobiliarios. Yo, en este campo soy bastante lego, pero se nos acerca bastante gente para ofrecernos activos inmobiliarios y yo me guio más por sensaciones que por conocimiento. Pienso que el mercado actual es distinto que en la burbuja de la década anterior, pero no menos peligroso. En la burbuja anterior hubo una participación masiva, con gente que en circunstancias normales no podría afrontar el pago de la casa y con un nivel de endeudamiento, por gracia de los bancos, altísimo. En la actualidad, los participantes son institucionales y personas físicas de alto poder adquisitivo, que buscan rentas o simplemente dar el pase, y en muchos casos se toma como referencia el precio por metro cuadrado de Londres, París o Nueva York. (Recuerdo innumerables tortazos de amigos que se metieron en Rumania, Hungría o Polonia comparándolos con España en 2006). ¿Dónde veo el problema? Que ningún comprador es realmente final, sino financiero. Se ofrecen rentas con la oferta actual, pero cuando salgan en quince meses al mercado a la vez todos los inmuebles que se están rehabilitando, veremos cuál es la demanda real. Desde luego, no será por una mayor demografía y tengo fuertes dudas de que venga por que se disparen los salarios.

¿Entonces, qué nos queda?

Pues yo seguiría tocando balón a corto plazo y con un perfil bastante defensivo. Aprovecharía los primeros meses del año que viene para picar algo en la renta fija americana y poco más. La renta variable sólo la tocaba como trading rabioso, porque me parece que se ha puesto a descontar unas valoraciones insostenibles, y desde luego no lo vería como una inversión a largo plazo en estos momentos.

De todas formas, ya saben la definición de Futuro que utilizaba Ambrose Bierce en su Diccionario del Diablo: “Período de tiempo en el que nos van bien las cosas, nuestros amigos son sinceros y nuestra felicidad está asegurada”

Felices Fiestas

 

Julio López Díaz, 20 de diciembre de 2016

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