Nuestro hombre
En Nuestro hombre, George Packer cuenta la odisea de Estados Unidos en Vietnam, a través de la vida del que fue embajador durante la guerra, Richard Holbrooke.
Entresaco este párrafo: “Fue uno de esos momentos en que nadie sabe qué está ocurriendo realmente. Así va hilándose el acontecer histórico muchas más veces de las que creemos. Es reconfortante creer que un grupo de personas poderosas se reúne en secreto, en torno a una mesa y dispone de las opciones, valora los datos y decide un curso de acción que se desarrollará según sus designios ¡Ojalá la historia fuese, en efecto, producto de una conspiración siniestra!
En la mayoría de las ocasiones, sin embargo, no podemos saber por qué se dan los acontecimientos de consecuencias más perentorias. Las personas que están al cargo toman decisiones basándose en la situación política del momento o inspirándose en una ideología que guarda escasa relación con la realidad humana, o dejándose guiar por una ignorancia supina exacerbada por el pensamiento positivo, o por cualquier otra cosa que se aparte de las pruebas y datos más palmarios. Puede ocurrir esto, que no tomen ninguna decisión en absoluto; en este caso, los acontecimientos echan a galopar y los responsables políticos tratan a duras penas de mantener el ritmo tras ellos, trastabillándose. A continuación, se disponen a vivir el resto de sus vidas fingiendo que sabían lo que estaban haciendo en todo momento y justificando algo que jamás tuvo sentido.
Me viene esto a la cabeza, después de ver lo que está pasando con los tipos de interés de los bonos y la secuencia de funcionamiento del sindiós de los Bancos Centrales que llevamos criticando durante la última década. Cualquier buena intención tiene su justo castigo, que decía el vate. Lo que ellos provocaron, no parece que vaya a tener un buen final.
Hace ahora un año que todas las alarmas se desataron al invertirse la curva de tipos de interés en Estados Unidos. El invertirse la curva de tipos quiere decir que los tipos a corto plazo son más altos que los tipos a largo plazo, e históricamente servía para anticipar una recesión. Los mercados de acciones hicieron mínimos a los pocos días, y desde entonces no pararon de subir contra el pensamiento de los inversores que habían comprado en una gran mayoría esa recesión. Se convirtió en la recesión más descontada de la historia. El ir contra el consenso funcionó una vez más en el mercado. Entonces, más del 70% de los inversores esperaban recesión. Hoy la cifra apenas llega al 10% de los que siguen esperando la recesión. La realidad es que la recesión no ha terminado de concretarse y los datos de desempleo siguen encontrándose en cifras históricamente bajas, y los datos de gasto en consumo están en todo lo alto. Sin embargo, la curva sigue invertida, lo que supone un nuevo récord de días consecutivos con la curva invertida (244 días), estando el anterior en los 217 días del período 2006-2007, o los simplemente 127 días de la explosión de la burbuja de Internet en 2001. Desde el verano, esta inversión de curva se ha corregido de forma brutal, y lo ha hecho subiendo los tipos de interés a largo plazo y apenas moviéndose los plazos más cortos, y hoy, la diferencia entre el 2 años americano y el 30 años, es de apenas 20 puntos básicos. El mercado ha dejado de descontar bajadas inmediatas de los tipos de interés y asumido que los tipos de interés van a estar altos durante bastante tiempo y que, aunque baje la inflación (y lo está haciendo mucho menos de lo que el mercado descontaba, por el efecto comparativo del que llevamos advirtiendo hace tiempo), tendremos tipos de interés positivos.
Como ya hemos comentado anteriormente, la otra causa de la subida de tipos de interés es la poca disciplina fiscal que estamos viendo en los países, con gasto público disparado y con pocas ganas de contenerlo. Estados Unidos tiene que refinanciar casi 7 trillones de dólares los próximos 3 años (con la base sinceramente absurda de que no afrontará nuevos déficits que incrementen esa cantidad). Si mucho de ese papel a renovar está en manos de la propia FED, que está en un proceso teórico de reducción de balances, y estamos viendo que muchos compradores tradicionales como China o Arabia Saudí se están haciendo los remolones, sinceramente, el panorama es poco halagüeño y podemos asistir a una expulsión de otros competidores en busca de financiación y que los tipos estén altos por mucho tiempo. Parece que se puede dar por terminada la época de financiación regalada.
Lo que más me sorprende, es la reacción de los mercados de acciones a la subida consistente de los tipos. Teóricamente, al hacer el descuento de flujos a tasas más altas debería reducir el valor presente de las compañías, pero la realidad es que no está funcionando para nada, y no se está exigiendo ninguna prima por invertir en empresas teóricamente menos seguras que las inversiones en deuda pública americana. EL PER de la bolsa americana debería estar en el 20% con tipos al 5% a largo plazo sin exigir prima, y la realidad es que está de media por encima, aunque extraordinariamente alterada por la presencia de las siete acciones magníficas. Pero a mí, entre invertir en empresas maduras sin apenas crecimiento (Mc Donalds, Coca Cola) con rentabilidades que no llegan al 4% en sus flujos de caja, contra invertir al 5% en Deuda Pública, me parece que no tiene color, más allá de los miedos que da muchas veces el mark to market de fondos de inversión. Si no tienes que valorar diariamente la posición, comprar un bono a esos precios me parece muy adecuado para un minorista.
¿Por qué no están sufriendo tanto las empresas como esperábamos? Veamos lo que ha dicho esta semana una empresa como Pepsico.
“La subida de precios de nuestros productos ajustaron el beneficio de la empresa al alza en el tercer trimestre, aunque dichos incrementos se moderarán el próximo año. Pepsi ha subido sus precios un 11% en el periodo julio-septiembre, siendo el séptimo trimestre consecutivo en el que la empresa ha incrementado los precios en doble dígito. La subida de precios llevó a una caída de los volúmenes del 2.5%. La empresa dice que algo de la bajada de volúmenes es estratégico, ya que ha recortado el tamaño de los recipientes para cuadrar la demanda de los consumidores”. La misma política que vemos en los yogures cuando baja el tamaño de cada yogur de 100 a 80 gramos. Los precios parece que se mantienen, pero la cantidad real vendida baja un 20%. Básicamente cualquier empresa ha aprovechado para incrementar márgenes aprovechándose de la nebulosa de inflación, del covid, de la guerra de Ucrania, o de los problemas de la cadena de suministros.
En román paladino, han subido precios muy por encima de sus costes, y les ha permitido mantener márgenes. ¿Hasta cuándo el pobre consumidor seguirá entrando al juego? Esa es la respuesta que casi siempre erramos cuando pensamos que ya no puede seguir estirando el chicle y presenta mucho menos elasticidad al precio que lo que suponíamos, o que ya nadie se plantea el futuro y hacen un carpe diem.
Como dicen los lobistas americanos: “Quien no se sienta en la mesa, es parte del menú”.
Buena semana,
Julio López Díaz, 18 de octubre de 2023