Área personal

Duelo

Julio López 29 Sep 2016

El día 10 de diciembre de 1870, tuvo lugar un duelo entre el diputado Paul y Angulo, y Felipe Ducazcal. Este último había aceptado el duelo en lugar del general Prim, que no podía aceptarlo como primer ministro. El duelo tuvo lugar en Las Ventas, en los alrededores del arroyo Abroñigal, lo que es hoy la M-30. El duelo fue a pistola y al quinto disparo, la bala de plomo dio en la cabeza de Ducazcal, penetrándole por el oído. Dándole por muerto, Paul y Angulo abandonó el lugar. La bala se alojó en el temporal y pudo el herido recuperar el conocimiento, pero los medios de la época impidieron que el proyectil pudiera ser extraído. Pasaron los años, sucedieron la Monarquía de Amadeo I y la Primera República, y una noche la bala se movió y acabó con la vida de dicho personaje.

Este es un tema que me tiene totalmente absorbido. El de las consecuencias secundarias posteriores a las decisiones que tomamos. Pensamos en la resolución inmediata y no las derivaciones del aleteo de la mariposa. A los que les interese el tema, les recomiendo el libro Freaknomics de Stephen Dubner y Steven Levitt, que analiza lo que podríamos llamar el lado oscuro de todo. La semana pasada batí con holgura el record Guinness multianual de mencionar a los Bancos Centrales en cualquier carta o documento. Han sido 253 cartas seguidas en que aparecían al menos una vez. Cada cual tiene sus neurosis. Esta semana, sin embargo, me han salido competidores por todos lados que los han llamado de todo, menos bonitos. El símil más repetido es el del vehículo que se ha salido de la carretera. A mí, me recuerdan más a esos dibujos animados que corren por el precipicio a toda velocidad hasta que miran hacia abajo y caen en la cuenta de que hace ya unos metros que se acabó el suelo. El resultado, ya saben es que desaparece el personaje, queda sólo el sombrero en el aire y la siguiente escena es un agujero en el suelo con la forma en cruz del personaje. Los mamporros les han venido de todos los lados. Por supuesto, del ministro de Economía alemán (nada nuevo), de muchos presidentes de bancos europeos y de alguien que podría sorprender a los menos duchos en las estadísticas, como es el presidente italiano Renzi. ¿Italia? ¿Pero cómo se pueden quejar los italianos, si no podrían pagar su deuda pública sin la ayuda de su compatriota de Frankfurt? Se preguntan.  Pues por un matiz muy importante. Los principales tenedores de deuda italiana son los propios italianos (a diferencia de España, donde necesitamos imperiosamente el capital extranjero para la financiación) y la bajada de tipos de interés está aminorando la renta disponible de los hijos de Garibaldi, y cuando hacen sumas, restas y factorizan polinomios por Ruffini, el resultado que les queda es que ni siquiera son las gallinas que entran por las que salen, sino que el consumo se ve lastrado mucho más en esta coyuntura. Son más ahorradores que deudores. Es uno de los efectos secundarios de lo que venimos contando entre lágrimas y destrozos de camisas. La acción de los Bancos Centrales, lejos de ayudar al crecimiento, produce el efecto contrario. El dinero queda embolsado en activos financieros (el día que se incluyan como medida de inflación veríamos qué pasa) y no circula, a la vez que aumenta el ahorro. Hemos hecho un pan con unas tortas.

Las medidas, en un primer momento ayudaron a las entidades financieras a recuperar beneficios vía revalorización de los activos, pero ahora el segundo efecto pernicioso es que con los tipos a cero o negativos, no les da para mantener el negocio ni cubrir sus gastos financieros, con lo que terminan por preocuparse de sus balances y no dar nuevos créditos. El efecto tsunami, cuando vuelve la ola, es tremendamente destructivo. Pero la palabra que más se repite en todos los análisis y foros es CREDIBILIDAD. Es la palabra fundamental en un sistema fiduciario como el que hemos montado. Las vigas que sustentan esta Torre de Babelque hemos construido, con la que queremos llegar a desafiar a los Dioses haciendo subir los activos financieros hasta sus dominios celestiales, es la fe en la omnipotencia de los chicos de los Bancos Centrales. Si se empieza a dudar de “el único idioma sobre la Tierra”, entonces surgirán nuevos “lenguajes” que se dispersarán por la tierra confundidos por el SEÑOR. El pecado de Soberbia de los banqueros centrales traerá su penitencia. La pregunta es clara ¿Por qué continúan con sus políticas acomodaticias, si no han conducido al crecimiento económico y lo único que han conseguido es crear una burbuja de activos? La respuesta no es tan evidente, pero el sentimiento que les domina es que han estirado tanto el chicle, han dejado que aumentaran tanto de nuevo las deudas, han propiciado que las empresas utilizaran la financiación barata para recomprar acciones, que les aterra que el mercado ponga en “precios reales” esos activos, y nos encontremos de nuevo con un 2008. Han perdido toda posibilidad de tener el arsenal con algo de munición en el caso de ver de nuevo al enemigo de la depresión llamando a las puertas. Cuando en 2014 comenzaba la recuperación, les entró el pánico a la deflación y metieron toda la leña en la locomotora. Ahora ven como el último vagón (el sector bancario) está a punto de perder la argolla que le une al resto del convoy. Antes, el problema era que tenían activos dudosos en sus balances. Ahora, la nueva vuelta de tuerca es la voladura de su negocio central por la ausencia de beneficio. Su tradicional fuente de beneficio (depósitos a corto y préstamos a largo con una pendiente de la curva creciente) está roto, y los Bancos Centrales no saben cómo compensársela.

Después de la caída de los bonos de hace dos semanas, las hordas compradoras han vuelto a la carga y han llevado de nuevo la rentabilidad del diez años alemán a -0.15%. ¿Qué hay detrás de este movimiento? En mi opinión, que el mercado no confía en que se vaya a encontrar una solución a la falta de crecimiento. El BCE, como comentaba en un papel Fernando Fernández esta semana, ha asumido un protagonismo que no le correspondía, al intentar remediar una crisis que no era esencialmente monetaria. Y al hacerlo, ha entrado en un territorio que le es ajeno, el de la economía política, un juego no necesariamente cooperativo. Para concluir con “los problemas europeos son estructurales y la política monetaria, por creativa que sea, no podrá resolverlos”.

Para ver el fracaso de esta política sólo hay que ver el nivel de reservas que mantienen los bancos comerciales en las cuentas del BCE todas las noches (alrededor de los 900.000 millones de euros). No parece que haya mucha demanda de crédito (solvente al menos) y lo que se pone en cuarentena es si estamos ante un problema de falta de demanda agregada o es un problema estructural de oferta, que requeriría medidas totalmente opuestas.

El segundo tema llamativo de la semana es la multitud de quejas de muchos gestores que consideran que es imposible ganar dinero en la situación actual de mercado con tipos en negativo, valoraciones de acciones astronómicas y ningún tipo de temor en los activos de crédito. Realmente es así. El mes de septiembre está siendo totalmente espasmódico en movimientos y con una falta de confianza casi total en cualquier posición que se tome. Yo creo que triunfan en esta actividad aquellos que saben cuando luchar y cuando no. En mi opinión hay que mantener un perfil muy bajo ahora mismo en el mercado y estar dispuestos a calentar en la banda antes que salir lesionado a jugar.

Buena semana,

 

Julio López Díaz, 29 de septiembre de 2016

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