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La Consagración de la Primavera

Julio López 8 Sep 2016

La Consagración de la Primavera es la obra cumbre de Stravinsky. La composición se basaba en melodías populares rusas, llevadas hacia nuevas direcciones de un modo enloquecido y salvaje. Stravinsky les añadió disonancias, y en algunas partes, las orquestó en más de una tonalidad. Incluyó polirritmias que chocaban fuertemente y acentos imprevisibles que causaban sobresaltos y provocaban un aumento de la adrenalina. Cuando Stravinsky se la tocó por primera vez a Diaghilev, el empresario lo interrumpió para preguntarle: “¿Esto es así mucho tiempo?” “Hasta el final, querido” respondió el compositor.

No sé si los Bancos Centrales han adoptado esta forma de composición, pero lo parece. Sólo nos falta saber cuál es el final. Uno de los principales problemas con el que nos encontramos, es el poder creer que seguimos dominados por la causalidad cuando ya no es lo importante, como pone de manifiesto todo lo relacionado con el Big Data, tan de moda ahora. Ahora importa la conclusión de los datos y no el por qué. Y eso pone en solfa o da al traste con muchos de los parámetros que configuran nuestra forma de pensar y de actuar. Facetas que nosotros considerábamos primordiales, la intuición, la experiencia o la fe, parece que no tienen cabida en el mundo actual. En el mundo de la inversión, los argumentos y los modelos que podíamos utilizar para posicionarnos han cambiado mucho, y nosotros debemos cambiar con ellos. No existe ya el mundo lógico y de verdades eternas derivadas de la Ilustración, en el que el ser era más importante que el devenir. Si algo hemos aprendido en estos años de crisis es que no existen líneas “intraspasables”, que no existe teoría que dure. Ningún libro de macroeconomía se planteaba los tipos de interés negativos hace apenas hace tres años, y ahora es lo más normal del mundo. Nunca pensábamos que los Bancos Centrales pudieran tener la décima parte de tamaño de balance que tienen ahora, y ya ven, ahora pueden llevarlo a la estratosfera. En el fragor de la crisis llegamos a la conclusión de que la causa de la crisis eran los excesos de deuda y el excesivo apalancamiento de los bancos y la solución de la crisis ahora es más deuda y “aligerar” las restricciones que se querían poner a los bancos. La velocidad del cambio y la aceptación por parte de la masa es boltiana. Ahora lo que parece imponerse es la Teoría Monetaria Moderna, que básicamente se reduce a que los Estados puedan imprimir billetitos sin tener ningún tipo de subyacente garantizando la bondad de ese dinero. Los Bancos Centrales crean dinero de la nada para sufragar los gastos de los Gobiernos y nos cuentan que eso no tiene ningún daño colateral, porque hasta ahora no se ha desbocado la inflación. Es una doctrina curiosa para los mortales a los que sí nos cuesta un trabajo llevar el dinero a casa. Compro todo título de deuda que me encuentre por el camino, y el vendedor utilizará ese dinero para gastar y crear demanda agregada. Pero sorprendentemente (para ellos) en vez de seguir esa ecuación unívoca, la realidad es que lo único que crecen son las reservas bancarias, y no la inversión. Cuanto más dinero crean, menos circula. La velocidad es nula. Cada vez la gente “almacena” más dinero. Japón lleva así veinticinco años, ahorrando, a pesar de que su gobierno les intenta empujar continuamente al consumo. Y por qué no lo hacen. Pues básicamente por miedo. Miedo a perder sus trabajos, miedo a que baje el valor de sus casas como en el 89, y porque fundamentalmente no se fían de los croupiers que dirigen el casino. Las medidas, cuando se perciben desesperadas, producen el efecto contrario al buscado. “¿Qué estarán viendo para hacer lo que hacen?”.

El principal objetivo, según cuentan de todos estos programas, es crear inflación. Es la salida que tienen para deflactar las deudas incurridas. Pagar esas deudas con dinero malo. Pero las expectativas de los actores del mercado no paran de bajar mes tras mes. Se cambia el juego causa-efecto. No es, gasto ahora porque me puedo endeudar barato, sino qué crecimiento futuro se puede esperar a largo plazo con tipos de interés al -0.11%, como están ahora los tipos de deuda alemana. Está fenomenal retocar el denominador en las fórmulas de valoración como si no tuviera derivada alguna en el numerador. Y cuando comprar deuda no es suficiente, lo intento con las acciones. Al ritmo de compras actual del Banco de Japón, para mediados del año que viene será el principal accionista del 25% de las empresas del Nikkei. El imperio de la ley nos lo pasamos por la piedra. Se financia a países (“sólo está prohibido en primario, nosotros lo hacemos en secundario”), lo que traducido al castellano antiguo es que hago lo mismo pero dejo que el Goldman Sachs de turno se saque 15 puntos básicos. Él lo compra en primario y al segundo siguiente yo se lo compro a Goldman un poco más caro. Ahora también, de forma escandalosa para mí, pero parece que poco sorprendente para el mercado, comprando emisiones de deuda a empresas diseñadas ad hoc para el BCE. Le compro deuda en negativo a Bayer, por ejemplo, introduciendo una peligrosa forma de actuar, pudiendo beneficiar a unas empresas sobre otras del mismo sector de forma totalmente arbitraria. Si esa reducción de costes financieros en las empresas sirviera para algo…, pero al final lo que estamos viendo (siento repetirme hasta la saciedad) es que lo usan para recompra de acciones o para procesos de adquisición de empresas de la competencia. Imagínense. El BCE le regala el dinero a Bayer para que ope a Monsanto. Tras la Opa se impone una reestructuración que inexorablemente acaba con el despido del 20% del personal de la nueva empresa. ¡¡¡Brillante!!! Eso sí que es una forma de crear demanda agregada…

Porque lo único que han logrado es una inflación, pero de activos. Y con ello una clara diferencia de salida de la crisis entre los que los tienen y los que no, ahondando en las desigualdades. Y todavía se vanaglorian de los buenos resultados que están teniendo sus políticas. Hay que recordar que Colón murió sin saber que había descubierto América, y Van Gogh sólo vendió un cuadro en vida. Demasiado pronto para ponerse a bailar el regetón. Hoy salen cifras de remuneración en Estados Unidos. Los doscientos ejecutivos mejor pagados el año pasado se embolsaron 6.300 millones de dólares. Mañana hay una nueva reunión del BCE y el mercado está pidiendo un nuevo maná. ¿Estamos peor que hace seis meses para necesitar otro empuje monetario o es que no cabe otra solución que una eterna intervención para no venirnos abajo? De hecho, si miran la reacción de los mercados, éstos no reaccionan mal cuando salen datos económicos malos, sino cuando salen buenos y tengan que cambiar la forma de actuar los bancos centrales. Los mercados van a lo suyo. Todo euro que no se invierte en contratar a gente, en hacer nuevas inversiones, termina embolsándose en los mercados. De hecho, la esperada recuperación salarial americana ha vuelto a lastrarse con el último dato y ha pasado de subidas del 2.7% a subidas de tan solo el 2.4%. Al final se llega a la paradoja de que las subidas de salarios repercuten en menores márgenes de las empresas, pero si no se suben, el grueso de la gente no consume y no aumentan las ventas de las empresas. Si sube el petróleo es malo para las personas, pero bueno para las acciones.

El movimiento de subida del precio de las acciones ha venido por un incremento de la valoración de sus múltiplos del 75%. Lo que en 2010 estábamos dispuestos a comprar a 10 veces beneficios, hoy lo hacemos a 18 veces. Tardamos casi el doble de años en recuperar nuestra inversión. Por dos veces hemos estado por encima: en el periodo 1984-1987 que hubo un incremento del 111% que acabó con el crack del 22% en un día en octubre, y del 115% del periodo 1994-1999. En el 82% de los casos la recuperación vía múltiplos no llegó al 50%. En mi opinión, elevar el precio que los inversores pagan por activos financieros no incrementa la riqueza agregada. Un activo es una “reclamación” o un derecho sobre unos cash flow futuros. Elevando los precios por esos flujos futuros simplemente alejo los retornos. Los inversores cuando venden, muchas veces lo hacen con temor, por no saber qué hacer con el dinero recibido. Les dicen que no hay alternativa. Lo que tienen que pensar es si vendiendo ahora, no están evitando un lastre los próximos años. Si la oveja que venden ha dado ya toda la leche que puede dar, a fuerza de haberla ordeñado insistentemente.

En fin, me gustaría caminar por la vida con la seguridad que cruzan las personas mayores los semáforos en rojo.

Buena semana.

 

Julio López Díaz, 07 de septiembre de 2016

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