El piloto
Ser piloto requiere unas condiciones que deben ser revisadas periódicamente para obtener el correspondiente certificado de vuelo. Un General del Ejército del Aire español, en los años sesenta del siglo pasado, acudió a su reconocimiento habitual y se encontró con el diagnóstico del oftalmólogo:
– Mi General, lo siento, pero vuecencia no ve muy bien. No voy a poder firmarle el certificado.
El General sin inmutarse le contestó: – Mire usted Capitán si veo bien, que le veo a usted destinado en Villa Cisneros.
Asunto resuelto.
En muchas facetas de la vida cotidiana es complicado mantenerse anclado a la realidad que vemos, porque terminamos de ponernos en una disyuntiva que se revuelve contra nosotros mismos y nos pone en un sitio donde tenemos mucho que perder. Lo políticamente correcto parece ser uno de los pilares de los tiempos actuales y el mass media apenas permite la discrepancia. Recuerdo, en los meses previos a la crisis, los comités de inversiones que teníamos en Caja Madrid, donde se presentaban las operaciones que proponía cada área. Muchas tenían un denominador común, que eran las operaciones que realizaban los demás bancos, y cada vez que se proponía algo que me parecía estrambótico o sorprendente, la respuesta solía ser similar “Si no se la damos nosotros, se las dará la competencia”. El resultado ya es conocido, y ni siquiera quedó un tuerto en el país de los ciegos. La fuerza del oleaje es realmente potente, y como ya sabemos, nadie quiere quedar significativamente fuera de una tendencia vigorosa, y se prefiere estar equivocado, pero arropado por la masa. Ahora tenemos una nueva ola. Todas las inversiones tienen que ser medioambientales y socialmente responsables. Claro, y si te lo ponen con esos apelativos, quién va a levantar la mano y parecer que pueda plantear alguna duda ante tanta incuestionable verdad. Ahora se levantan todos los chairman de las empresas y preguntan:
- “Oye, Paco, ¿nosotros tenemos alguien que esté mirando las inversiones limpias?”
- “Pues no me suena jefe, déjeme preguntar a la chiquita de organización.”
- “Digo yo que algo tendremos que hacer. Mira, pon a investigar a ese chavalito de la camisa verde, que seguro que algo sabe.”
Y así comienza todo…y mucho consultor que se forra dando cursos y fomentando inversiones.
Ahora en serio, la lucha contra el cambio climático tendrá que hacerse, pero no es una opción gratuita, y tendrá sus costes. El mayor de esos costes puede ser el crecimiento económico. El sistema económico que nos hemos construido está basado en el consumo desaforado y la casi esquilmación de todo lo necesario para mantener la locomotora a plena velocidad. ¿Estamos dispuestos a bajar de lo más alto del pódium al crecimiento económico? ¿Las nuevas tecnologías pueden compensar la pérdida de puestos de trabajo en la economía tradicional? ¿Estamos los países europeos siguiendo una política de quitar la escalera a los países en vías de desarrollo, cuando tenemos todavía unas diferencias brutales en nivel de vida? ¿Qué pasa con los países pobres que no están en situación de permitir incentivos fiscales a los ciudadanos que quieran adaptarse a las energías limpias? Lo que creo es que, como en el resto de las cosas, no tenemos una información clara y veraz y sí muchos intereses en lucha. El modelo energético al que vamos exige, por ejemplo, duplicar la extracción de tierras raras cada 15 años, que como ya comentamos hace dos cartas, son sumamente contaminantes, y no parece que haya disminuido de forma “ejemplificadora” el uso de móviles y tablets, que son los destinos habituales de estos minerales. Una cosa es predicar y otra dar trigo. En un tema que parece diametralmente opuesto, pero que en mi opinión es una muestra más del “campo de juego”, no sólo en el económico. Lo podemos ver en algo que parece tan trivial como las emisiones de Gran Hermano. Los comerciantes dándose de baja de la publicidad por una supuesta violación en el programa, y las audiencias disparándose… y luego a manifestarnos contra la violencia de genero. El famoso episodio primero de Black Mirror con la historia del cerdo y el primer ministro británico hacía un relato bastante certero de nuestra sociedad actual, aunque lo presente con una visión distópica. Podemos pensar lo mismo de la serie Years and years y el caso de las elecciones británicas de la próxima semana, todo el mundo en los medios quejándose de que habían engañado al pobre votante, y tres años después va a salir con mayoría absoluta uno de los instigadores del Brexit. Tenemos lo que nos merecemos.
Pero bueno, después de “aliviarme” comentemos algo de los mercados. Llevábamos dos meses desayunándonos con subidas de los mercados por “la buena marcha” de las negociaciones comerciales. Si preguntabas dónde había algo firmado, te volvían a colgar el cartel de cenizo. El caso es que la cosa está lejos de arreglarse y se ha vuelto a complicar en las últimas horas, con la imposición de Trump de nuevos aranceles a la importación de acero de Brasil y Argentina, a la vez que establecía otro arancel a productos franceses equiparable a los 2.400 millones de dólares que puede suponer el establecimiento de un canon a las tecnológicas americanas. Un canon por el que, curiosamente, el gobierno francés quería conseguir 500 millones de euros en ingresos fiscales, menos de la mitad de lo que tiene previsto recaudar el gobierno español por el mismo concepto. ¡Que vayan preparando la cartera los exportadores de aceite de oliva! La nueva fecha clave es el 15 de diciembre. Trump ha amenazado con poner aranceles a 160 billones de dólares de importaciones chinas. Las limitaciones políticas internas de cada uno de los países para cerrar un acuerdo son fuertes, al haber mucho en juego, nada menos que el dominio de las industrias del futuro. Las fuentes subyacentes de fricción son diversas. La política industrial china está repleta de subvenciones a empresas públicas, las empresas extranjeras tienen que ceder su tecnología, y el robo cibernético y la violación de la propiedad intelectual están al orden del día. A esto le podemos sumar la manipulación de divisas. Ni siquiera estamos viendo reflejados en números las presuntas compras de productos agrícolas americanos que presuntamente habían acordado en octubre como signo de buena voluntad. La realidad es que ya no es China el principal comprador de productos agrícolas americanos, habiendo sido sobrepasado por Canadá y a punto de hacerlo México. China ha pasado de representar el 23% de las exportaciones agrícolas americanas hace un par de años, a un 11% en la actualidad. Las últimas declaraciones de Trump dicen que puede esperar un año para completar el acuerdo con China (después de las elecciones presidenciales americanas), y China parece estar elaborando una lista negra de empresas americanas para tocar las gónadas. Dicho esto, no crean que esto será una línea recta, todavía tendremos muchas mañanas en las que “fuentes bien informadas pero que prefieren estar en el anonimato por su cercanía a las negociaciones” intentarán volver a hablarnos de lo bien que va todo, y que Trump ha invitado a desayunar tortitas con maple syrup al presidente chino y que se les ve más cuñados que nunca.
Como decía Bernhard von Bulow, “en esta dura tierra, hay que ser martillo o yunque”
Buena semana,
Julio López Díaz, 04 de diciembre de 2019