Área personal

Estadisticas y PIB.

Julio López Díaz 16 Jun 2016

Rudolf Hess tiene el curioso récord de haber sido el preso más caro de la historia. Al convertirse, en 1966, en el único recluso de la prisión, los gastos que ocasionaba su condena a cadena perpetua pasarían a ser desproporcionados. Además de tener que mantener en servicio para él solo la prisión de Spandau, una obsoleta penitenciaría alemana construida en 1876 con capacidad para 600 presos, había más de un centenar de funcionarios encargados de su custodia. Tras la muerte de Hess, la prisión fue completamente demolida, para evitar que pudiera convertirse en destino de peregrinaciones de antiguos nazis, sus ladrillos reducidos a polvo y arrojados al Mar del Norte. En el solar se construyó un centro comercial. 

¿Por qué cuento eso? ¿Es crecimiento o es despilfarro? Si aguardan un poco hablamos sobre ello. Comía la semana pasada con un inversor (él se decía ahorrador) todavía más pesimista que yo sobre la situación económica. Él era muy negativo con España, y yo, por el contrario, insistía que en valor absoluto el futuro realmente era poco halagüeño, pero que en términos relativos pensaba que estábamos considerablemente mejor que los países de nuestro entorno, principalmente Italia y Francia. También es cierto que se ha conseguido esa “mejor” posición a costa de una deflación salarial de caballo. Él me comentaba que no se creía que el PIB español estuviera creciendo realmente al 3%, por ejemplo. A mí, las estadísticas y la simplificación de la economía en un solo número, aunque tenga efectos didácticos, me produce siempre cierto sarpullido. Y el PIB es una de las cifras que más puede llegar a deteriorar la realidad. El común de los mortales asocia crecimiento de PIB a crecimiento económico y, en mi opinión, caben numerosos matices que voy a intentar reflejar a continuación. De hecho una primera acotación que habría que hacer es añadir a la cifra, otro sumando que incluyera ± deuda generada en el curso. Se puede crecer al 3%, pero no es lo mismo si lo haces endeudándote un 5% que si lo haces con superávit (la deuda tendrás que devolverla en el futuro y te restará consumo futuro). 

El PIB tal como lo definimos actualmente es la suma del consumo privado, el gasto público y las inversiones. A esto se le suma o resta el saldo exterior (exportaciones menos importaciones). Esta concepción del PIB se generalizó en el período de entreguerras y se debe, cómo no, a Keynes. Hasta entonces otros economistas como Kuznets habían tratado el gasto público como un coste para el sector privado. Keynes vio que si el gasto armamentístico en el que estaba incurriendo el Gobierno inglés no fuera tratado como demanda, el PIB podría caer aunque la economía creciera. En su nacimiento, lo que se trataba de medir era la capacidad de una nación de producir. Es una medida del valor añadido de una economía, y se mira como la diferencia entre precios de venta y precios de coste, a los que luego se les ajusta por la inflación. La pregunta que siempre nos hacemos es,  qué actividades debemos incluir y si se puede identificar crecimiento de PIB con mejora de nuestra calidad de vida. Sin ir más lejos, desde hace un par de años hubo bastante polémica por la inclusión dentro del PIB del tráfico de drogas o la prostitución. Claramente, una subida del PIB de estos subsectores no significa que estemos mejor. Lo fue hace cincuenta años cuando las mejoras sanitarias, el uso del agua corriente o el calentamiento de los hogares iban de la mano del crecimiento. Crecimiento era mayor bienestar. Ahora el crecimiento muchas veces va acompañado del término desigualdad, y de una menor participación de los salarios en ese PIB. Por el contrario, hay otros bienes de los que nos beneficiamos todos y que, por el contrario, no se incluyen en el PIB. Todos los servicios gratuitos que nos da Google, la posibilidad de ver videos en Facebook o en Youtube, al ser gratuitos para el consumidor están excluidos del PIB. Lo que tenemos es una economía mundial en el que los servicios cada vez son más importantes, pero no tienen su total reflejo en el PIB. Cuando la gente dice que se extraña de que no haya habido sangre en las calles, parte de la respuesta puede estar en que el PIB parece que infravalora la actividad económica (la economía sumergida, obviamente, tampoco está en el PIB). Tampoco se reflejan en el PIB el trabajo doméstico (Paul Samuelson decía que en los años sesenta cada vez que había un nuevo matrimonio bajaba el PIB), o la mejora de la calidad de los productos. Otra fuente de medición dudosa pueden ser las finanzas. La mayoría del beneficio de los bancos (históricamente, al menos) venía del diferencial de tipos entre las operaciones de pasivo (depósitos) y de activo (préstamos). Para reflejarlo en el PIB (yo no lo sabía, lo he visto en The Economist) los estadísticos usan el diferencial entre el activo libre de riesgo y una tasa de préstamo y lo multiplican por los préstamos vivos. El problema con este método es que la tasa de préstamo es una medida del riesgo que los bancos toman, y puede llegar a tener resultados perversos. En 2009, cuando había muchos bancos al borde del colapso, los spreads de crédito subieron, lo que desembocó en una subida directa en el PIB por un mayor valor añadido del sector bancario. En conclusión, que siempre hay que tener cuidado cuando nos metemos en el mundo de las estadísticas.

De los mercados, nada que no hayan leído en periódicos. La caída de bolsa en Europa se ha llevado por delante todo lo recuperado en los dos últimos meses, y lo más significativo es que ya tenemos el bono a diez años alemán en negativo. Con esto, muchos analistas volverán a subir el valor actual de muchos activos y subirán sus precios objetivos. Yo como lo veo, es que la gente da por asumido que en diez años no vamos a crecer nada, y que todos los deseos de los Bancos Centrales de crear inflación no parece que vayan a conseguirse (o el mercado no lo piensa así al menos). Esto empieza a crear bastantes grietas en los gobiernos europeos, en función, obviamente, de si sus ciudadanos son ahorradores o deudores. Y tiene otro efecto curioso por el que la gente pasa de puntillas. El que invirtió en un bono a cinco años alemán en enero al -0.05% le está ganando un 2.4% desde entonces (5% anualizado), dato verdaderamente curioso. Ya saben que los precios de los bonos tienen una relación inversa con la rentabilidad. Esa apreciación hace que los inversores sigan entrando en estos productos. Alguien tendría que decirles que fondos que tienen bonos valorados a 130 a vencimiento van a devolverles 100…

Un lío, como siempre. Veremos la semana que viene el primer desenlace de la trama. Como decía Kierkegard, “La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, mas sólo puede ser vivida mirando hacia delante”.

Buena semana,


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